Época: El Imperio Bizantino
Inicio: Año 754
Fin: Año 815

Antecedente:
La época de la Querella Iconoclasta



Comentario

La primera época iconoclasta fue especialmente violenta tras las medidas tomadas por el Concilio del año 754, y la represión de los iconódulos más notables culminó en el 766, pero Constantino V (741-775) podía sentirse satisfecho de los apoyos conseguidos: la caída de los omeyas le permitió restaurar la frontera en Siria del Norte después de algunas campañas victoriosas (752) y, mas adelante, vencía a los búlgaros (años 762 y 773) y ponía las bases para la restauración del poder griego en los Balcanes mediante campañas victoriosas contra diversas formaciones políticas eslavas o sklavinias. La tendencia se invirtió en época de Irene, primero regente de Constantino VI y luego emperatriz ella misma (780/797-802), que restauró el culto a las imágenes en el Concilio de Nicea del año 787, y durante el reinado de Nicéforo I (802-811): las treguas se mantuvieron pagando tributo a árabes (781) y búlgaros (792), pero la gran ofensiva lanzada por estos últimos, al mando de Krum, desde 809, los llevó a las mismas puertas de Constantinopla en 813.
León V el armenio se hizo con el trono imperial en aquel momento crítico y consiguió una tregua de treinta años que consolidaba el espacio búlgaro pero que permitía también la seguridad de la totalidad de Grecia, en la que se habían recuperado regiones muy eslavizadas en tiempos anteriores como Macedonia del Este, Tracia, la misma región de Tesalónica y zonas de Hélade y Peloponeso. En aquellas difíciles circunstancias, la restauración del título imperial en Occidente, año 800, no fue considerada como hecho importante y, desde luego, para Constantinopla no tenía valor legal. En el 812, Miguel I aceptó denominar basileus a Carlomagno a título personal pero nunca Imperator romanorum, ni a él ni a sus sucesores.